A propósito de la ingenuidad y el sentimentalismo en mi poesía…

“Fue un hombre dotado a la vez de un gran sentido artístico y de un profundo espíritu filosófico quien se pronunció el primero contra esta acepción de la infinidad abstracta del pensamiento, (...) y reivindicó la totalidad y la conciliación antes de que la filosofía haya reconocido su necesidad. Éste fue el mérito de Schiller, el de haber superado la subjetividad y la abstracción del pensamiento kantiano y de haber intentado concebir por medio del pensamiento y realizar en el arte la unidad y la conciliación como única expresión de la verdad.” G. W. F. HEGEL
Schiller comienza su tratado Sobre poesía ingenua y poesía sentimental destacando el papel de la naturaleza en la vida del hombre. El placer que nos causa su visión no viene dado por el hecho de que agrade al entendimiento o a los sentidos, sino por ser naturaleza; porque se halla en consonancia de tal forma con nuestra alma que nos produce placer en la contemplación. Para Schiller hay que carecer por completo de sentimientos para ser incapaz de apreciar la belleza que ella nos ofrece en sus innumerables manifestaciones, tanto en los animales como en las plantas, en los niños y en la gente sencilla del campo. Si descubriésemos, tal como dice Kant, que el canto de un pájaro es una imitación perfecta hecha por un hombre, éste dejaría de agradarnos porque ya no sería naturaleza, sino un reflejo artificial de ella; por eso siempre resultará más hermosa la contemplación de un paisaje que mirar el cuadro más perfecto que pueda imitarla.
Según Schiller, el genio debe ser ingenuo. Debe ignorar las reglas y proceder según su naturaleza; así, de esta forma, ensancha la naturaleza sin salirse de ella. Resuelve los problemas más difíciles con sencillez y triunfa sobre el arte complicado. Todo lo hace siguiendo su instinto, sin hacer caso de prescripciones exteriores, ya que sus sentimientos son leyes. Esta personalidad se muestra también en su vida moral, donde es pudoroso, razonable, modesto y fiel a su carácter.
Mientras éramos hijos de la naturaleza vivíamos en la felicidad y la perfección; pero al emanciparnos perdimos estas cualidades y surgirá el doble anhelo de recuperarlas. La pérdida de la felicidad afecta al hombre sensible, la otra al hombre moral. A medida que la naturaleza desaparece de la vida del hombre aparece como objeto e idea en las composiciones poéticas. Los poetas, por lo tanto, podrán dividirse en dos clases que abarcarán a toda la poesía: los poetas ingenuos que son naturaleza, y los poetas que buscan la naturaleza perdida en la que una vez estuvo el hombre (poetas sentimentales).
El hecho de que el poeta ingenuo sea naturaleza hace que éste pueda actuar como una unidad. Puede representar al hombre como un todo y mostrar su verdadero contenido. El sentimental, por su parte, puede reconstruir la dicotomía entre la realidad y el ideal para volver a restaurar esa unidad rota que se da en el poeta ingenuo al situarse éste en la fase previa a la cultura; él pasa de la finitud a la infinitud que debe ser objeto de todo poema gracias al retorno a esa etapa primera.
El poeta sentimental está en desventaja con el ingenuo porque su objeto sólo puede provocar un anhelo de lo perdido que el otro posee como realidad. Pero supera al ingenuo porque el ideal que representa es infinito, mientras que el otro se mueve en la limitación; la realidad queda siempre detrás del ideal. La poesía basada en el ideal invita al recogimiento, a alejarse de la realidad, mientras que la otra incita a lanzarse a la vida. El poeta sentimental tiene la dificultad de pasar de lo particular, de lo subjetivo, a lo universal, a lo objetivo. Al final de este proceso no debe quedar rastro de la necesidad, ya que lo que debe inspirar siempre a un poeta es la libertad. El poeta ingenuo, por su parte, tiene una relación de dependencia con la realidad que el otro no posee Schiller es consciente del peligro de caer en la vulgaridad que padece el poeta ingenuo. Al tratar temas más cercanos a la realidad éstos pueden llegar de forma más directa al público; sin embargo, hay el peligro de que surjan malos imitadores que confundan lo trivial y superfluo con lo ingenuo. Este peligro se ve claro en la poesía satírica, ya que está muy cerca de la vida común; aquí es necesario que el poeta posea un gran talento para no caer en lo banal y evitar el influjo de los malos imitadores. Desgraciadamente esa capacidad para discernir lo ingenuo de lo vulgar es algo que escasea más de lo deseado.
El concepto de recreación y el de ennoblecimiento, que son los que rigen los juicios sobre la poesía, deben ser establecidos por hombres capaces de fijar leyes universales por medio de sus sentimientos. Aunque Schiller no pretenda dar por sentado que existan esos sujetos, es evidente por el tono que emplea que sí cree que existen.
Schiller señala un antagonismo psicológico entre los hombres que hace que el poeta no pueda nunca agradar a todos. Éste es tan antiguo como la cultura y salvo en algunos individuos ha existido siempre y es de esperar que siga existiendo. Dicha contradicción se muestra en la dicotomía entre poeta ingenuo y poeta sentimental. El ingenuo se caracteriza por su adhesión a la observación y a los sentidos; el sentimental tiende a la especulación que busca lo absoluto. El primero es realista, el segundo idealista.
Copiando ...
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Roberto Augusto Míguez
Universidad de Barcelona

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